
Parroquia Ntra. Sra. de la Misericordia.
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ESTAMOS EN ADVIENTO
Tiempo de esperanza, de alegría y renovación
El domingo día 30 de noviembre tuvo lugar el Retiro de Adviento en la Parroquia. El Padre Miguel Angel Arribas, Director Espiritual del Seminario de Madrid condujo la charla-reflexión, señalando cómo se ha de vivir este tiempo de preparación al nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, para que el corazón de cada uno sea ‘pesebre mullido’. Las lecturas del primer domingo de Adviento le sirvieron de hilo conductor. Del Libro de Isaías: vivir este tiempo de encuentro con Dios (1), de la Carta de San Pablo: como acción de gracia por los dones recibidos (2) y del Evangelio de San Marcos: como vigilancia, estar en vela (3) para no perdernos con lo mundano –explicitó- ‘no nos dejemos adormilar con tantas cosas…’ Santa Teresa fue la introductora para hablar de la oración: “Vivo sin vivir en mí…”. Explicó qué es orar y la necesidad de orar, de hablar con Dios y de cómo hacerlo. Dijo que ‘orar es estar con quien nos sabemos amados, en un diálogo de tú a tú, como un amigo habla a otro amigo, es Jesucristo resucitado, principio y fin de todas las cosas’. Miguel Angel refirió como Jesús viene a nuestro encuentro: está llamando a la puerta ‘todos los días’ a nuestro corazón, quiere que le abramos. Y, cuál es la respuesta: ¿ le abrimos o le damos portazo porque estamos ‘ocupados’ y le damos de lado?. Señaló como Jesús está presente en cada momento de nuestras vidas, sabe de nuestra situación; sólo es necesario dejarle ‘pasar’ recalcó- :”Orar es tratar de amistad”. Comentó que Jesús en los momentos decisivos de su vida, pasó la noche entera en oración en íntima comunión con el Padre, para así comunicar la voluntad de quien le había enviado. Puntualizó que el encuentro que se establece para escuchar al amigo, precisa de la escucha de la Palabra, acudir a las Lecturas y decir como Samuel: ¡ Habla Señor, que tu siervo te escucha!. A lo largo de la charla se invocó cantando: ¡Ven Señor, líbranos / Ven tu pueblo a redimir / la esperanza brillará /¡Ven Señor Jesús ¡ / ¡Ven, Señor, líbranos!
Hizo hincapié en como la oración la escucha y lectura de la Palabra y la adoración eucarística, presentándonos en la actitud del ‘publicano’ -¡Dios mío, ten compasión de mí que soy pecador , débil, pero, Señor Tú eres mi fortaleza…- ayudan a entrar en diálogo para decirle cómo estamos, lo que nos ocupa y nos preocupa. Además –refirió- la actuación de los frutos del Espíritu Santo, recibidos desde el Bautismo: amor, alegría, paz, paciencia, servicialidad, bondad, amabilidad, fidelidad y dominio de sí, inscritos en el corazón de cada uno y con la mediación de la Virgen María que nos acompaña, facilitan la preparación de la venida del Mesías, ya anunciada por los profetas. La celebración del sacramento de la Penitencia, recibiendo el perdón –dijo- que nos libera de la esclavitud del pecado.
En cuanto al segundo aspecto: ACCIÓN DE GRACIA señaló que la Eucaristía significa ‘acción de gracia’, es la máxima expresión de amor del Padre Dios, la entrega de su Hijo, que se actualiza cada vez en la ‘mesa del altar’, el sacrificio de la cruz, pasión, muerte y resurrección, para redimirnos. Es por ello, que damos gracias a Dios en la Eucaristía, la Comunión con Cristo –subrayó- es comunión de amor de unos con otros y, damos gracias porque pertenecemos a la Gran Familia de los Hijos de Dios, la Iglesia. Y fue enumerando por cuantas cosas debemos dar gracias: `por tantos dones` que hemos recibido, la vida, la fe, los sacramentos, la pertenencia a la Iglesia, la vocación de cada uno (esposo/a, hijo/a, padre/madre, religioso/a… es la riqueza con la que Dios nos ha bendecido. ¡Claro, que hay que dar gracias por todo ello!.
Y lo referido al tercer punto: Vigilar, velar. De nuevo, recurrió a la Santa de Ávila: Nada te turbe/ nada te espante / todo se pasa/ Dios no se muda/ la paciencia todo lo alcanza/ quien a Dios tiene/ nada le falta/ solo Dios basta. Recordó: Dios vino, viene y vendrá, no sabemos ni el día ni la hora. Viene cada día en la Eucaristía, viene cuando llama a la puerta y, si le abrimos, y vendrá al final de los tiempos, y vendrá cuando nos llame la ‘ hermana muerte’ para pasar de este mundo a la Casa del Padre. Hay que estar preparados –comentó- hay que estar siempre despiertos y activos: ‘nos ha dado la vida, nos ha dejado la tierra para que la cultivemos, nos ha dado una familia para que seamos instrumento de paz allá donde nos desenvolvamos, para que empleemos los talentos con los que nos ha regalado a cada uno. Nos ha dejado la vida de la Iglesia, la Parroquia para que seamos hermanos unos de otros. Son muchos los regalos que nos concede; pero, nos pide que estemos vigilantes para que no se ‘cuelen’ –dijo- las ‘tonterías de este mundo’, la vanagloria de creernos mejor que los demás, por ello, roguemos:”no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”.
Jesucristo viene a ‘este momento’ que cada uno está viviendo –recalcó- que este Adviento es distinto a otros Advientos vividos, este Adviento será diferente, porque somos distintos y el tiempo histórico que estamos viviendo cada uno, es el de ahora. Insistió en la necesidad de invocarle constantemente: ¡Ven Señor Jesús! para recibir su amor.
Y con la celebración del sacramento de la Penitencia y la Exposición del Santísimo tuvimos tiempo para interiorizar y poner en práctica el contenido de lo expuesto y finalizó el retiro de este Adviento que hemos de vivirlo con espíritu nuevo y expectante, Dios nos llama, nos ilumina y nos pide, dejémosle entrar…