
Parroquia Ntra. Sra. de la Misericordia.
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Peregrinación al Santuario de Lourdes
Del 25 al 27 de Septiembre tuvimos la suerte de participar de una experiencia espiritual extraordinaria. Las actividades programadas entorno al 50 aniversario de la Parroquia nos proporcionan un enriquecimiento en la vivencia de nuestra fe en comunión que nos ayudan en nuestro caminar de cristianos… El grupo de peregrinos (treinta junto con nuestro seminarista Manuel y el párroco D. José Luengo. Vivimos la fraternidad de sentirnos unidos en la fe. La organización y el trato recibido por parte de Pepe y Manuel han sido extraordinarios y, la respuesta del grupo a la altura de lo recibido. La variedad de las personas –edad, procedencia, familias, matrimonios , amigos… que peregrinábamos se desarrolló en todo momento con la alegría de pertenecer a la familia cristiana (compartir, servir, participar, cantar, reír…) Aunque la distancia es mucha , el cansancio no hizo mella y pudimos acudir a todas las actividades con flexibilidad para elegir, atendiendo a las “fuerzas” así, el recorrido por los lugares que había transcurrido la vida de Bernardette Soubirous no estaba al alcance de todos –andar dos horas y media. Que acudan tanta gente hace necesario una organización perfecta que marca los tiempos reservados a cada grupo de peregrinos. Y, así, lo primero era ver el video de la vida de la Santa, el Mensaje de la Virgen , sus peticiones en sus apariciones, los lugares y construcciones ( Basílicas, capillas, la Roca, la Cripta, Vía Crucis, piscinas, etc.) y el significado de cuanto se realiza… Fue una opción, ya que el tiempo de espera para entrar a la sumersión en las piscinas, es mucho; si bien, para algunos de los peregrinos, como han repetido las visitas a Lourdes, no suponía ‘perderse’ alguna actividad. El recorrido por la roca donde se aparecía la Virgen, el signo de tocarla y santiguarte al paso de la imagen de la Virgen, agradecerla y pedirla por nuestras intenciones, nos hacía sentir su presencia y amor… Y, naturalmente, bebimos agua y llenamos las botellas para regalar. En la Capilla de San Gabriel tuvo lugar la celebración de la Eucaristía, fue muy emotiva, el recogimiento, la homilía de Pepe, las peticiones, las canciones… nos proporcionaron un ‘sentirnos en la gloria’… Y con las visitas a los diferentes recintos: Basílica de la Inmaculada Concepción, La Cripta, Basílica de Nuestra Señora del Rosario… terminamos la mañana . Ya por la tarde del sábado asistimos al Via Crucis , en cada una de las estaciones, recordando los pasajes evangélicos que narran la pasión, muerte y resurrección de Jesús, en la oración seguida a cada estación, se unía al dolor del Señor, nuestra respuesta: pedir ayuda, fuerzas y ofrecer nuestras limitaciones, enfermedades, dificultades, egoísmos para la conversión y salvación del mundo; ser instrumento del Señor,: ayudar, consolar, compartir, evangelizar, perdonar… ante las necesidades, sufrimientos, carencias que existen…
Después del Via Crucis acudimos a la Procesión del Santísimo y bendición de los enfermos en la Basílica de San Pío. Fue otro de los momentos ‘fuertes’ vividos con gran recogimiento. Y, todavía nos quedaba, participar en la Procesión Mariana de las Antorchas. Es indescriptible el número de personas que formaba la procesión con las velas encendidas, el rezo de los misterios del rosario realizado en distintos idiomas, las canciones marianas, los ofrecimientos de los misterios atendiendo al mensaje de la Virgen. Si muchas eran las personas que procesionaban, otro tanto, eran las posicionadas a lo largo del recorrido y las instaladas en la parte alta de la Basílica de la Inmaculada Concepción y sus alrededores. Es inenarrable poder contar lo que en esos momentos acontece y muy gratificante participar en algo ‘tan grande’ , que tantas y tantas personas de diferentes países muestran la devoción debida a nuestra Madre. Visitar los Santuarios Marianos es un privilegio, un regalo, un motivo para mantener un encuentro con María, Nuestra Madre bajo las distintas advocaciones. Y en Lourdes se vive a través de los tres símbolos: el agua, signo de purificación, la roca, signo de fortaleza , el lugar de las aparaciones de la Virgen y la luz de las velas que representan la fe y la esperanza. Lourdes proporciona a los peregrinos un gran bien: paz interior, vivencias gratificantes, deseos de mejorar –física y espiritual-, de crecer en la fe y en el amor, disfrutar el silencio de la multitud que acude, apreciar la belleza de la naturaleza, valorar y agradecer la labor de los hospitalarios, la cantidad de voluntarios de todas las edades y sexos que ayudan, su disposición, el cariño, la corrección en el trato… Todo ello hace, que sea apetecible repetir la visita al Santuario de Lourdes, rezar en sus Basílicas, apreciar la belleza de sus construcciones y el sentirte envuelto por un ambiente de acogida y amor.
Para rematar, volvimos por Huesca –habíamos entrado a la ida por San Sebastián- y nos acogían en las tierras mañas, La Virgen del Pilar. En la Basílica celebramos la Misa –que compartimos con otro grupo de peregrinos de Albacete- Teníamos motivo por dar gracias a la Virgen por todo lo vivido y le pedimos su ayuda, su mediación en lo que acontecía en el 27S y su repercusión… Y Zaragoza nos recibió y despidió gozosamente, La Plaza estaba ocupada por ‘fervoroso’ deportistas’ – celebraban un maratón de 42 kms.- Y una vez que dimos cuenta de buenas viandas y buen trato, iniciamos el regreso.
Agradecemos la oportunidad que nos brinda nuestra Parroquia de vivir la experiencia evangélica y compartir la fe, que Nuestra Señora de la Misericordia bendiga a “nuestros pastores”, les ilumine y les dé fuerzas y ganas de proporcionar ‘vivencias’ tan maravillosas…